El paso a paso de la angustia
La zozobra pareciera ser la constante en el nuevo gobierno de Trump, el miedo y la desesperanza son el diario vivir de aquellos desprotegidos que, huyendo de la miseria de sus respectivos países, fueron obligados a emigrar a Estados Unidos en busca de un bienestar. La política es implacable, las deportaciones están a la orden del día.
Entre todas las historias migratorias de bien y mal, encontramos al órgano encargado de las deportaciones, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), a la administración de Donald Trump y al Gobierno de El Salvador, envueltos en un laberinto de preguntas sin respuestas, leyes a medias y faltas del debido proceso.

El entendimiento de este embrollo amerita conocer los detalles, para ello nos trasladamos al 20 de enero de 2025, con la ‘inocente’ firma de una orden ejecutiva para iniciar el proceso que designa a bandas y carteles como organizaciones terroristas. El Tren de Aragua, que en otrora fungía como una banda de poca monta de un pequeño pueblo venezolano, pasó a ser parte de esta importante lista.
Un mes después y en tiempo récord, la designación del Tren de Aragua como organización terrorista entra en vigor y permite al gobierno de Estados Unidos utilizar herramientas más amplias contra sus miembros.
En la madrugada del 15 de marzo, la prueba del poder estadounidense se hace tangible con la deportación de 238 venezolanos acusados de pertenecer a esta organización criminal, sorprendiendo al mundo entero.
Podríamos pensar que estos supuestos criminales llegaron a las cárceles de sus países de procedencia pero no fue así; en un giro inesperado, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, confirmó la llegada de los presuntos miembros del Tren de Aragua y su traslado inmediato al Centro de Confinamiento para el Terrorismo (CECOT), la cárcel de máxima seguridad construida a fines del 2022 en medio de una ofensiva a gran escala contra las pandillas salvadoreñas y conocida por sus condiciones extremas y política de mano dura.
Esta medida ha sido cuestionada por organizaciones de derechos humanos como la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en ingles), quien criticó la invocación de la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798 para justificar las deportaciones, argumentando que su aplicación en tiempos de paz es peligrosa y sienta un precedente preocupante.
Siguiendo con el orden cronológico de lo ocurrido nos encontramos en el lunes 17 de marzo, día en el que Bukele le respondió a la orden del juez Boasberg para bloquear de forma temporal las deportaciones y que los vuelos regresaran a Estados Unidos, un mensaje en redes sociales que decía: ‘‘uy… demasiado tarde’’, lo que fue interpretado como una burla hacia la decisión judicial y una indicación de que las deportaciones ya se habían consumado.
El drama y desesperación estaban in crescendo, y para el miércoles 19, los familiares de los deportados comenzaron a denunciar públicamente que muchos de ellos no tenían vínculos con el Tren de Aragua y que fueron deportados injustamente basándose en tatuajes o estereotipos sin fundamentos sólidos. Una de las madres, Mirelys Cacique Lopez, progenitora de Francisco García, quien fue deportado a El Salvador, hizo publica en una entrevista para CNN su angustia al reconocer a su hijo en imágenes difundidas por autoridades salvadoreñas, afirmando que él no tiene vínculos con organizaciones criminales y que solo buscaba un futuro mejor en Estados Unidos.
Estas recientes Deportaciones exponen una delicada tensión entre la seguridad nacional y los derechos humanos, ¿el fin justifica los medios?.
Por un lado, es comprensible que Estados Unidos tome medidas firmes para proteger su territorio de organizaciones criminales. Sin embargo, detrás de cada deportación hay rostros, familias y vidas que, en muchos casos, podrían estar siendo señaladas sin pruebas sólidas y sin afrontar el debido proceso. Encontrar un equilibrio entre seguridad nacional y respeto de derechos humanos, sigue siendo el principal desafío.
Kenia Betancourt
Periodista | Fundadora de Not Found Press
Instagram: @keniadeth